el espinazo de los montes
se alza implacable
sólo entregado
a la lenta, dulce muerte
del agua, del viento
siempre moviéndose,
pero a un ritmo demasiado eterno
para nuestros ojos fugaces
gaviotas que por un instante
hacen del sol sólo un contraste
omitidas sólo
por quienes no las miran
- o dicen no hacerlo -
¿quién vió mis manos
rasgadas donde el tiempo
no lo es tanto y el espacio
lo decide uno?
aún así
¿negaremos las tierras
que no caminamos,
los abuelos
que nos robaron?
ni mi más pérfido enemigo
tan parecido a mí
podrá entrar a los claustros secretos
donde nutro mi belleza
donde guardo los mundos
que quiero salvar
miércoles, 30 de marzo de 2011
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