martes, 12 de julio de 2011

tarde que espera

paredes rancias
de tanta indiferencia adherida
sus pinturas ya no brillan

capaz nunca brillaron
y fueron nuestros ojos
que miraban mal
o para otro lado

la tibieza del invierno
- cuando el frío duerme la siesta –
apenas si alcanza a calentar
las colillas milpisadas
dando un aspecto de resaca
de tierra yerma
a las baldosas, así,
tan incoherentes con los anteriores versos
tan solas.
en su mugre, ni abrazarse pueden
sólo morir.
partidas por una raíz
por un piquetero,
rotas por la vida
que despunta
en esta tierra vieja.

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