viernes, 19 de diciembre de 2008

Poder


El poder es una ilusión.
Un gobernante, un político, un rey, no controla nada.
Controla a un montón de gente, si. Como cualquiera de nosotros puede controlar a las hormigas, o matar millones de células de un pisotón. Pero no controlamos nada.
Un rey no controla que crezcan nuevos brotes en la tierra que destruyó.
No controla las mareas, los huracanes, el fuego, el viento.
Las montañas se erosionan y nadie puede evitarlo.
Ni siquiera nuestros cuerpos son reales, fijos. Las células que los componen van rotando, cambiando. Hoy somos algo distinto que ayer o mañana. No somos algo estático, estamos en movimiento con el resto del universo. Mis células mañana pueden ser las del rey. Ël y yo somos lo mismo, pero no logra entenderlo.
El ser humano es un pestañeo en la historia del cosmos. Somos un segundo, una partícula en el universo. Nadie puede controlar todo.
Por más que trate, nunca va a poder controlar el espíritu de la gente, el amor de la gente.
Ninguna corona, ningún uniforme puede hacer que alguien ame o deje de amar.
Su poder es un instante en el cosmos. Es una mota de polvo en el espacio. No existe.
Está destruyendo millones de seres, creando miseria y tristeza, por algo falso. Por algo pasajero, ínfimo, diminuto.
Y se está condenando a él mismo a vivir y morir en soledad, por algo que no es real.
Se está matando a él mismo. Condenado a proteger su reino ilusorio de enemigos ilusorios.
Sus pilas de oro le impiden ver como la felicidad, el amor, la vida le pasan por el costado.
Cambia su felicidad por una ilusión.
Pobres reyes, pobres soldados, pobres ricos.
Pobres poderosos.

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