lunes, 10 de noviembre de 2008



Dedos que se aprietan.
Dientes que se rompen.
Años que ya pesan demasiado.
Picos y palas que siempre pesaron demasiado.
Botas que no son sueños, el niño que las usa grita desde adentro del hombre que las usa.
Gargantas desgarradas, desangrentadas.
Y un sofá que lo tapa todo.
Unos labios pueden callarlo todo.

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