
Tanto se nos escapa.
Nadie puede controlar al viento, es libre, va donde quiera.
Solamente la luna juega con la marea.
No podemos impedir que las olas acaricien el mar.
O que el sol nos de vida.
Las máquinas nunca van a controlar un abrazo, una sonrisa, una mirada.
Nadie va a calmar ese te quiero en la panza.
Tus billetes nunca compraron a los guardianes de la tierra. ninguna comodidad va a lograr que los chicos dejen de jugar, de gritar, de romper.
La rebelión siempre está latente.
Siempre va a haber un atardecer naranja en la ciudad gris.
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