viernes, 21 de noviembre de 2008

pétalo



Oliverio conoció una vez a un hombre que se hacía llamar pétalo, con minúscula.
pétalo tenía hábitos muy extraños.
Solía llegar temprano, varias horas antes a sus compromisos.
A veces se ponía calzoncillos en las orejas.
Andaba con una bota en un pie y un turrón en el otro.
Solamente abría el paraguas bajo techo, y se reía.
Tenía 3 o 4 patines distintos, pero ninguno le entraba en las manos.
Y le gustaba el aroma de los canelones con helado de kivi.
‘ Este hombre está loco’ pensó, con toda razón, Oliverio.
Y después lo vió asombrándose de sus pestañas, y pensó:
‘y porqué no entregarse a esa locura?
Al menos la suya es divertida’.

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